lunes, 4 de octubre de 2010

Benditos (malditos) puntos


Haciendo cuentas, tomando a consideración mi interminable miedo a las relaciones estables, las sospechas de misógino que tengo de mi persona y mi increíble incapacidad para comunicarme, desdeño sospechoso de habita en las coordenadas exactas que anuncian que en la taquilla se agotaron los boletos de regreso.
Sumando los besos enajenados de sal, mi constante desfachatez por el jugueteo sexual y los lugares públicos; la misma cárcel y panteón donde guardo los besos y halagos que recibo, la certidumbre de la desolación, y mi infinito afán por ser un solitario noctámbulo de marte, abnegado aún por la histeria que alberga este cliché de la pareja perfecta.

Si, también creo que lo mejor es ponerle puntos finales o seguidos, a esta historia a la que le sobran puntos suspensivos.

1 comentario:

Israel G. Araujo dijo...

el buen Sabina lo dice tan claro como usted:

Lo peor del amor es cuando pasa,
cuando al punto final de los finales
no le quedan dos puntos suspensivos…

K