jueves, 25 de noviembre de 2010

Fantasías agonizantes

Y comprendió una noche, después de haberse envenenado los labios con el último vaso de riesgos,
Aún incluso después de haber calculado la distancia al piso desde aquel acantilado,
Que las cosas no volverían nunca a su lugar original,
Que en la taquilla se habían agotado los boletos de regreso.

Si te pidiera quedarte, seríamos hechiceros de lo eterno, mancilladores de clichés anclados a la cama.
Marañas de besos,
Pequeñas partículas repletas de pecados con un pie en el confesionario, tocando la puerta de la locura para desatar el cielo,
Convertirme en sombra blanca, viajero sin equipaje, cazador de estrellas fugaces procurando tragarme al sol de un mordisco.

Todo sufriría un cambio atroz, montaña rusa de mis ojos en bajada y subida,
El corazón rogando una vez más, aún después de conocer el tan mencionado final,
Carroña embelesada en recuerdos, repleta de besos robados, de historias inconclusas.

Tal vez vendrás disfrazada de noche, con tus ojos de luna eterna a imagen y semejanza,
Despotricando mentiras desde la profundidad de tu garganta,
Yo te escucharé en un último grito de esperanza, morderé mi lengua a sabiendas del inevitable final,
De la loca huída, el camino agrietado por emprender y las noches sin luna por venir.

Futuro no estará de nuestro lado, la espera de cronos atormentado con pastillas blancas y psicotrópicos,
Cuerno anunciando el inicio de una guerra, cuando la balanza haya escogido su destino.
Tantos rasguños cubiertos por curitas en el corazón no lo llevarían a ningún lado...

Hágame el favor de ir a importunar la existencia de su progenitora.

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