miércoles, 16 de noviembre de 2011

Despojo de ausencias


De cuando sientes ahogarte, esperas maniatadas observando la larga fila de disculpas caer, masacre de ilusiones con una luz al final del túnel prometiendo un pronto final; pero no llega, desaparece y ahoga, y al tiempo no le importa, recorre lento las pequeñas brechas marcadas en la piel, se incrusta justo en el lado izquierdo del cerebro, reposa... y es cuando duele.

Frustrante desfiladero de sueños fingiendo llevar por nombre algún sinónimo que hable del ayer. Debajo de la piel aún quedan cicatrices, formando caminos y veredas que conducen directo de la Orta al corazón, llevan consigo innumerables motivos y recuerdos, cargados de viejos fantasmas que hacen eco de sus pasos, y de sus pasos marcas, como quien traza una línea que divide lo viejo de lo nuevo, o incluso lo malo de lo bueno.

¿En qué parte de toda esta maraña de secuelas inconclusas extravié la razón?
¿En qué punto de tu alma me perdí?... ¿o en cual nos encontré?


Las palabras suenan, y aunque son las mismas, su significado siempre es distinto. Pedazo de mundo efímero donde los muertos deambulan con los recuerdos, y toman de tu café, inhalando interminables bocanas de humo de tu cigarro pronuncian nombres que aun no entiendo, palabras vacías pero llenas de sentido que jamás podrán sostener... Construyen interminables castillos de arena, y al final, todo permanece en su lugar; este es un mundo de muertos queriendo volver el tiempo atrás, jugando a ser sin estar, extrañar sin sentir, y sentir sin siquiera hablar.

Y pisar descalzo sobre el karma de una ausencia bienvenida, donde a veces la distancia solo murmura cercanías... A veces la distancia solo murmura cercanías
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